Me
despiertan esos rayos
de
buena mañana
que
saben a cuanto fui.
Recuerdo
los elementos, las ideas también,
que
nos influyeron tanto,
incluso
cuando no sabíamos
las
conceptos, básicos o no,
y
nos dejábamos llevar,
casi
siempre, por las ilusiones.
Están
presentes de nuevo.
Ahora
veo ese azul que convence
sin
engañar al alba,
o
puede que sí lo haga.
Me
gana sin atenderme.
Soy
yo el que está presto
a lo
que nos ofrezca.
Me
despiertas
con
ese sonido que sabe a conocido
sin
que sepa determinarlo.
Abres
las puertas del cielo
en
una tierra de abrigo y de provisión.
Nos
enseñamos,
aquí
los dos,
a
estar y a continuar
por
esa quietud que nos engancha
con
el futuro que manifiesta
las
previsiones y puede que algo más.
El
momento se gesta,
y
con él nos somos de un modo insuperable.
El
terreno que pisamos
es
sagrado.
La
percepción es casi perfecta
en
esta ribera de paz.
Juan Tomás Frutos.
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