Divagamos
en un pronóstico que nos lleva donde nos conducimos con una regla de tres que
nos amamanta.
Nos hemos
de poner en ese sitio que aligera la virtud con un soniquete maestro. Hemos de
llamarnos la atención.
Nos
cruzamos en un erial que nos despierta en una nueva etapa, que corrige sin
disimulo. Nos devoramos.
Los
caminos nos insertan en ese plan que nos nutre de cara al futuro, que llega de
la mejor manera posible.
Nos
debemos entender con un cruce de pensamientos alocados. Nos preferimos en un desván
de objetos perdidos.
Juan TOMÁS FRUTOS.
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